LA NO VIOLENCIA TE HACE JOVEN


Cuando en Auckland nos presentaron a Kit y Maynie como unas históricas luchadoras por la libertad de Nueva Zelanda, pensé que si, que tener cerca de 90 años bien merecía llamarlas históricas.

Allí estaban, pequeñitas y risueñas para participar en nuestra manifestación, portando una antorcha encendida que desprendía un desagradable humo negro. Me pareció un bonito gesto, que unas señoras tan mayores, saliesen a la calle a recibirnos y supuse que alguien estaría pendiente de ellas, para volver a acompañarlas a su lugar de reposo.

Marcharon animadas junto a nosotros sin perder el paso. Kit se apoyaba en un bastón de madera pulida sin ningún adorno. Al terminar, se montaron en una de las furgonetas que nos llevarían a pasar la noche a Rotorua y pensé que, de camino, las acompañaríamos a su residencia. Pero no, al llegar a nuestro destino seguían allí. Entonces pregunté y alguien me explico que eran unas activas militantes y que habían decidido venirse con nosotros para participar en el inicio de la Marcha. Instintivamente, busque mi botiquín repleto de instrumentos y fármacos, seguro que lo necesitaría.

De Rotorua a Wellington hay como diez horas en furgoneta y al llegar, nos esperaban en una Marae (un alojamiento típicamente Maorí), solo que en este caso, dormiríamos en grandes habitaciones con colchones en el suelo. Algunos pusimos cara de fastidio, dormir todos juntos en el suelo después de un viaje de 10 horas, no es lo que más nos apetecía. Kit y Maynie sonrieron y buscaron su colchón, eso si, en la habitación de las chicas, reservada para unas 10 personas. En la nuestra podíamos dormir incluso 30.

Ya en Wellington, comenzó la actividad. Increíble, unas señoras de 90 años repartiendo panfletos a la puerta de la estación de autobuses. Con decisión, energía y siempre riendo, avisamos a todos los que pasaron del inminente comienzo de nuestra marcha. Kit terminó con su reparto, me ayudo con el mío y aún le quedaron fuerzas para reprochar la actitud de la vigilante de seguridad que nos echó a la calle, porque según parece, dentro de la estación no se podía repartir nada.

Ahora aquí son las 6,30 de la mañana, me he levantado un poco antes que el resto, para ver si me da tiempo a escribir algo. Al salir del baño me he encontrado a Kit, en camisón con su bastón y sonriendo. Creo que de seguir así nos agotarán a todos.

Sin duda estamos a las puertas del descubrimiento del elixir de la juventud. Hacer las cosas que uno siente y piensa, es sin duda un buen comienzo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

cuando sea mayor, yo quiero ser como ellas... :)

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