EL CATETO DE OCCIDENTE



Como un buen cateto occidental, antes de llegar aquí, no sabía nada de Corea. Recordaba que en Seúl se celebraron unos juegos olímpicos en 1988 y que andaban siempre con tensiones militares, entre los del norte y los del sur, o sea nada. Para ser sincero era peor que nada, porque la única imagen que me venia de esta cultura, era la proveniente de las películas de guerra americanas. Imaginaba a unos agricultores con gorros de paja, que caminando en zapatillas de esparto, recogían arroz y en algunos casos, trabajaban en grandes fábricas de productos electrónicos de baja calidad.

Mi llegada a Seúl rompió un poco más, el etnocentrismo en que tradicionalmente nos educamos los europeos. Chicos viendo la televisión en el metro con sus móviles, secamanos en los wc con música clásica, pantallas publicitarias en la calle de 10 x 20 mt, un tráfico silencioso y ordenado y unas calles limpísimas en las que da pudor tirar un cigarrillo.

Corea tiene una economía muy desarrollada, con cualificados profesionales y una de las tasas de alfabetización más altas del mundo.

Incluso en las zonas rurales donde efectivamente se cultiva mucho arroz, se percibe con claridad el desarrollo tecnológico y la pulcritud en la estructuración de los ámbitos.

Si está presente la preocupación por la división de la península. El norte, con una dictadura que se autodenomina marxista y el sur que pude visitar, en primera línea del capitalismo. Ellos se perciben como una sola cultura y hacen responsables de la guerra civil que los dividió hace más de 50 años a las grandes potencias que los utilizaron como peones, en el juego de sus intereses.

He visto a una gente con un trato extremadamente sensible y educado, que se ha ocupado de nosotros desde el primer momento.

He creído entender que aspiran a continuar desarrollándos,e como la cultura que comenzase hace ya 5.000 años. No me parece que necesiten a ningún “Rambo” de una u otra parte, que venga a “salvarlos”.

Luis Silva

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