Los pobres fumadores en la Marcha Mundial



Los fumadores del EB, que solo somos un pequeño y selecto grupo, tenemos una vida un poco más complicada que el resto de nuestros compañeros.
En Nueva Zelanda no se podía fumar en ningún local y en la Marae (alojamiento tradicional Maorí) donde dormíamos, tampoco. Según parece, es tierra sagrada de sus antepasados y no queríamos ofender a nadie. Si querías fumar, tenias que salir de la casa y alejarte unos metros, hasta donde tu vieses que más o menos ya no era sagrado y allí consumir tu dosis de nicotina, sin ofender a vivos ni muertos. De noche se complicaba un poco más, salir en pijama o calzoncillos a la mitad del campo, no es nada divertido.
En Australia ha sido aún peor. En Sydney, no se puede fumar ni en la playa. Por el paseo marítimo y la arena de BONDI, hay decenas de personas haciendo deporte. Sacar un cigarrillo parece casi un delito contra el medio ambiente.
Pero eso si, pides una cerveza sin alcohol y te dicen que “eso” aquí no existe. Y si preguntas por la 0’0 directamente empiezan a pensar que eres un tipo extraño.
En fin, de todas formas, uno de estos días había pensado dejar de fumar.

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